Hubo un tiempo en que todo el mundo producía cerveza en Bélgica.
Los fabricantes profesionales compartían su saber con los particulares, cuyos aparatos de producción se encontraban en el salón; con los paisanos, que servían de mano de obra para la fabricación, y con el clero, que llegaba a prescribir estos brebajes como medicina. Los ingredientes y las cantidades diferían de una región a otra, lo que explicó la aparición de las cervezas regionales.
La cervecera Timmermans, fundada en 1702, desarrolla sus actividades desde hace más de 300 años en el mismo enclave, en Itterbeek, a unos pocos kilómetros del centro de Bruselas.
En sus orígenes, el fabricante Jan Vandermeulen producía sus cervezas en la que por entonces era conocida como la «cervecería del topo», un establecimiento que reunía una maltería, una granja, una posada y un café.
En una declaración ante el prefecto comunal de mayo de 1814, puede leerse que un tal Jacobus Walravens había encendido los fuegos hasta en cuatro ocasiones bajo las cubas de cerveza. Estos toneles tenían una capacidad de 15 hectolitros. La pequeña fábrica, denominada «de Mol», se hallaba en un edificio de piedra recubierto de paja. La cervecería tenía dos cubas para elaborar cerveza, otros dos toneles y una cubeta de refrigeración. Allí se producían año tras año entre tres y cuatro partidas de cerveza ordinaria, esto es: una cerveza de mesa de consumo habitual. Esta producción de 1500 litros por año cubría las necesidades de la posada.
Un acta firmada con fecha de 9 de junio de 1832 ante el notario Jean Baptiste Van den Eeckhoudt de St Kwintens Lennik indica que la granja denominada «Het Molleke» y situada en el distrito de Itterbeek, así como las herramientas de la cervecera, pasaron a manos de la viuda Anna Catherina Verheylewegen.
La cerveza Lambic, la Faro y la cerveza de marzo de la cervecería Walravens se nombran claramente en 1866 en el proceso verbal de una venta pública en Bruselas. Estas cervezas estaban presentes en grandes cantidades en las bodegas del cabaretero Michel Van Begin, fallecido en diciembre de 1866. Estaba claro que la cervecera de la familia Walravens encaraba activamente una expansión.
Varios registros de comercio de los siglos XVI y XVII nos enseñan que nuestras cervezas artesanales se vendían mucho en Oriente. Mencionan un pedido de 200 botellas de Gueuze-Lambic a través del agregado comercial de Constantinopla para un fabricante de Bruselas. Estas botellas se expidieron a Constantinopla a cuenta del sultán Abdul Medjid.
Un gran cambio acaeció en 1911, cuando la hija pequeña de Paul Walravens, Celina, contrajo matrimonio con Frans Timmermans, hijo de un fabricante de Zuun. La pareja puso fin a las actividades de la granja y de los cultivos y dedicó toda su energía a la fabricación de cerveza. Ello quería decir que, a partir de entonces, había que comprar las cerezas, pues, hasta entonces, las cervezas afrutadas se producían utilizando las cosechas de la huerta.
Miembro de la «Finest Beer Selection», de Anthony Martin desde 1993, Timmermans ha sabido preservar su autenticidad y su savoir-faire y aunarlo con la pericia única del grupo John Martin.
Conocido desde el siglo XIII, el Lambic era y es producido exclusivamente en el valle de la Senne, más concretamente en Bruselas y sus alrededores.
Esta cerveza es la única que dispone del privilegio de llevar una denominación de origen controlada (por decreto real del 20 de mayo de 1965) y, por tanto, debe producirse siguiendo las normas que fija la ley.
El Lambic se prepara a partir de malta (70%) y trigo (30%), cereales a los que se añade lúpulo envejecido.
El Lambic es, como en sus orígenes, fruto de una fermentación espontánea que tiene lugar cuando el mosto entra en contacto con el aire, de donde extrae levaduras salvajes.
El Lambic debe su gusto específico tanto a los tipos de cereales empleados (trigo y cebada) como a los microorganismos que habitan en el valle de la Senne (concretamente, las levaduras Brettanomyces lambicus y Brettanomyces bruxellensis), responsables de la citada fermentación. Tal es la razón por la que el Lambic no puede elaborarse sino dentro de un radio de 15 km alrededor del centro de la ciudad.
En el cambio de siglo, existían todavía unas 300 cervecerías de Lambic. A día de hoy, no quedan más que diez productores tradicionales.